El recreo del Haiku: Eterna

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El Haiku como camino espiritual

DEL PRÓLOGO DE VICENTE HAYA - HAIKU-DÔ

Un haiku es una instantánea de la realidad. Atención plena al mundo que nos rodea. El haiku no transforma el mundo: te pone en contacto con él, te lleva él, te introduce en él. No explica la realidad ni la embellece: la muestra. Porque parte de la base que el mundo es perfecto. El mundo tal como es, con sus criaturas bellas y las que no nos lo parecen.

El haiku decide que no hay nada que no merezca transformarse en poesía. Escribir un haiku es un entrenamiento del "yo". En tanto es un proceso de despertar de los sentidos, de atención, de naturalidad, de autenticidad, de paciencia, de desprendimiento, de extinción de la vanidad...

Los maestros de haiku nos enseñan que el poeta debe eliminarse de su poesía para que sus versos capten la esencia dinámica de la realidad.

El haiku no es un juego literario, tiene que conmover o cambiar algo de ti. Tu haiku no es lo que has sentido, sino lo que haces sentir a otros a partir de eso que has experimentado.

El poeta de haiku es sólo un instrumento. El haiku está concebido para comunicar una impresión profunda. Si no lo logra, ha fracasado. Y entonces el poeta tiene la ocasión de adivinar qué de su interior no es real, según los fallos que tenga su haiku. No supo captar que había fuera eso, que aún no tenía dentro.

La traducción del haiku es también una vía espiritual. Te obliga primero a ser invitado. No se puede entrar en el reino del haiku sin haber sido invitado. Y, en segundo lugar, a pesar de su sencillez cada uno de los haikus nos interpela en el fondo de nuestros corazones.

Todo esfuerzo por desvelar un haiku tiene como resultado el desecamiento del corazón de quien lo intenta.

Así es el caracter especular del haiku. Porque nadie cuenta por si mismo con los recursos necesarios para descifrar la perfección de un haiku, sólo se puede hacer un acto de vaciamiento y exponernos a él como ante un espejo. Somos lo que debe descifrar el enigma de la belleza del haiku. Únicamente así logramos ser un poco menos enigma parea nosotros mismos. Tal como expliquemos un haiku, así seremos. Vemos nuestra alma en el haiku que tenemos delante. Esta es la razón por la cual el estudio del haiku puede convertirse para nosotros en un camino espiritual. Y, como todo camino, requiere de una gran conciencia de tus actos y tus decisiones.

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